El drama ha sido mi eterno compañero en los 32 años que llevo de circular en este pequeño mundito; ha matizado relaciones con amigos y con parejas, me ha conducido a dolorosos callejones pero también me ha dado la oportunidad de ser catapultado a los confines del placer sensorial en deliciosa compañía.
Gracias al drama he podido experimentar el decirle a alguien que le amaría para siempre, que su piel, sus ojos, la sonrisa y las palabras cariñosas se han convertido en toda mi vida y su ausencia haría que algo en mí muriera. Por otro lado, también ha ocasionado que en momentos, se disparen mis más bajas pasiones, dirigiéndome a rincones podridos que no sabía existían en mí.
En resumen, el drama ha sido una constante en una vida que haciendo un justo ejercicio de juicio, podría decir que no ha sido plana o mediocre, ha mostrado sobresaltos, momentos de pasiones inflamadas o de alegrías extásicas. Sin embargo, hoy por hoy he tenido la oportunidad de percibir y sentir algo que me era ajeno: la mesura.
El saberme ahora dueño de mis emociones, reconocer los elementos externos que me provocan cambios súbitos de humor y que el drama ayuda a exacerbar, es algo tan nuevo que me llego a sentir como un sordo que súbitamente es capaz de escuchar. Poder controlarte lo suficiente a pesar de todos los factores que te rodean y pueden hacer estallar esa miríada de emociones es algo que supongo un psicólogo diría: Es un ejemplo claro de un proceso de maduración, estás abandonando tus prácticas atávicas y reconoces las consecuencias de episodios emocionales improductivos.
¿A qué chingados voy con esta insípida introducción? Bueno, el maestro del rodeo (o sea yo) se dispone a intentar llegar a un punto después de un adicional a la introducción:
Mi historial de parejas ha sido….. ha sido, no voy a entrar en detalles porque no viene al caso, pero por cada mujer que conocí, tuve un suegro… y esos suegros iban desde aquél que era un sobreprotector que veía en mi una amenaza a la integridad emocional o psicológica de su hija ( y vaya que tenían razón, mi gusto por el drama siempre provocó que mis parejas mostraran lo mejor y lo peor de ellas) hasta los que se llegaron a sentar conmigo a platicar y cultivamos una incipiente amistad, hasta que mis delirios emocionales provocaron la ruptura con su hija. Pero del hombre del que quiero hablar es mi recién fallecido suegro.
Honorato era un hombre de una voluntad de acero, incapaz de permanecer en la inacción, susceptible a las injusticias pero siempre dispuesto a ofrecer propuestas o soluciones. Con el exploré ámbitos nuevos de la convivencia con personas nacidas en otra generación, escuché sus consejos y puntos de vista; el apreció los míos respuetuosamente y expresó su parecer. Nuestra relación empezó tirante por haber sido yo el hijo de vecino que embarazó a su hija, pero al poco rato la sangre le llamó y no quiso perderse la oportunidad de contemplar parte de su obra que era su segunda nieta.
Este redescubrimiento ( que más bien puede ser un simple y sencillo abueleo) nos dió la oportunidad de conocernos. Reímos muchas veces, tristeamos otras y estoy seguro de que sufrimos juntos las menos. Pero al irse adelgazando el grueso de la familia al morir mi suegra, la personalidad de Honorato sufrió ligeros cambios, para no padecer la soledad se llenó de trabajos, proyectos, volvió a encontrarse con viejos amigos, fortaleció la amistad con los recientes amigos y nosotros fuimos partícipes de esas evoluciones con nuestras conversaciones de fin de semana a través de Skype. Nos sentábamos a la mesa el domingo esperando la llamada del abuelo para platicar con el desde lo más relevante de las actualidades hasta las trivialidades del día. No cesaba en su interés de aportar consejos y apoyo a los 4 integrantes de la familia Teissier-Alvarez del Castillo.
Hoy, el ya no está, las conversaciones cesaron y su apoyo desapareció; los domingos yo siento un vacío muy grande al sentarme a comer con mi familia, porque a pesar de la felicidad que me provoca ver a mis dos niñas y gritarme con mi señora, el quinto integrante no nos ha llamado…. y sigo esperando a que uno de éstos domingos escuchemos el curioso timbre que indica que hay llamada desde Saltillo y que la habitación se inunde con la alegría de ese hombre al que aprendí a querer tanto.
No puedo decir que fue como un padre para mí, eso sería tonto, pero sí puedo decir que era uno de mis mejores amigos, un amigo que estaba allí para escuchar, opinar y aconsejar. Un amigo como pocos cuya ausencia se nota y mucho….
Ahora, finalmente al punto: Dado que reconozco que el drama no es productivo, hoy vivo mi vida haciendo el esfuerzo de ser objetivo, sin exagerar o ningunear lo que siento; entiendo ahora que mi amigo me hace falta y tengo que vivir el resto de mi vida con su ausencia. Creo que eso es más duro de llevar que hacer un drama al respecto, porque con el drama exageraba y después olvidaba… hoy sé que no voy a olvidar, sino que solo me queda el aceptar.
Me siento tremendamente egoísta al decir esto pero como quisiera que el destino le hubiera regalado unos dos o tres años más a Honorato para poderlo vivir más.
Le extraño.